Moscú no ve incentivos para una tregua, mientras EEUU amenaza a Putin con acciones "devastadoras" para Rusia si no acepta la propuesta
El asesor de Seguridad Nacional de Trump viajará esta semana a Rusia para conocer la respuesta de Putin al alto el fuego
A Rusia no le interesa un alto al fuego en Ucrania. Por eso trata de devolver la pelota a Washington tras el acuerdo con Kiev para frenar los combates durante 30 días.
La realidad es que Vladímir Putin sabe que el viento sopla a su favor en el campo de batalla y quiere intentar ganar tanto terreno como pueda en el frente para llegar con las mejores cartas a la mesa de negociación.
Rusia siempre se ha mostrado reacia a hablar de un alto al fuego. Esta posición la han repetido los dirigentes rusos en los últimos meses con el argumento de que Volodímir Zelenski aprovecharía una tregua para tomar aire y volver a armarse. El Kremlin solo está dispuesto a considerar un cese temporal de las hostilidades una vez se hayan sentado las bases para un acuerdo de paz “a largo plazo” y se eliminen “las causas fundamentales del conflicto”. Es decir, hasta que Ucrania acepte sus condiciones.
Kursk, pieza clavePutin tampoco tiene prisa después de ver el avance de sus tropas en Kursk. Kiev controlaba esta región rusa desde agosto cuando lanzó una ofensiva sorpresa que supuso la primera incursión de un ejército extranjero en suelo ruso desde la Segunda Guerra Mundial. Este miércoles Rusia aseguró que las tropas ucranianas se batían en retirada de esta zona y habían cedido el control de Sudzha, la ciudad más grande todavía bajo dominio ucraniano, la cual habían intentado tomar sin éxito soldados rusos y norcoreanos durante siete meses. Si se confirma la derrota, Zelenski se verá obligado a renunciar a su único as para intentar recuperar parte de las provincias ucranianas ocupadas por Rusia.
En un gesto nada casual, este miércoles el presidente ruso se presentó por sorpresa en el puesto de mando del ejército en esta región ocupada desde agosto por Kíev. Vestido de militar, Putin pidió a sus hombres que culminen la reconquista de la zona cuanto antes mejor. Según el ministerio de Defensa ruso, las tropas de Moscú han expulsado a los soldados ucranianos de un 86% del territorio que controlaban.
Por su parte, el máximo comandante militar de Ucrania, Oleksandr Syrsky, ha dicho que sus tropas seguirán combatiendo en Kursk “hasta que sea necesario”, aunque ha lanzado un mensaje a sus tropas: “En la situación más difícil, mi prioridad ha sido y sigue siendo salvar las vidas de los soldados ucranianos. Con este fin, las unidades de las fuerzas de defensa, si es necesario, maniobrad a posiciones más favorables”.
Con este escenario, corresponsales de guerra rusos también interpretan el alto al fuego como una “trampa”. Recuerdan las lecciones de Chechenia o el Donbás, cuando un enemigo en horas bajas logró reagruparse y prepararse para el siguiente envite.
Poco margen para PutinSin embargo, esta vez Moscú podría no tener margen para rechazar sin más contemplaciones la propuesta de Ucrania y Estados Unidos. Hasta ahora, Putin ha tratado de presentarse como la única parte que deseaba la paz en contraposición a Zelenski, que tenía que aguantar las reprimendas y las amenazas de Trump por su supuesta falta de compromiso para el diálogo. La propuesta de alto al fuego obliga a Rusia a variar su relato o a ceder en una línea hasta el momento muy roja.
Es por eso que analistas próximos al Gobierno ruso, como el propagandista Aleksander Yunashev, opinan que la estrategia del Kremlin se basará en “no cerrarse completamente a los contactos”, evitar “ser acusado de no querer negociar” y dilatar los tiempos “al máximo”.
De este modo confían en permitir el avance en el frente y que Rusia se siente “más segura” en la mesa de negociaciones. Uno de los canales de análisis político más seguidos por el oficialismo, Pul N3, va más allá y cree que Putin se abrirá a hablar de una tregua, pero para aceptar pedirá que se cumplan sus condiciones. Otro canal de analistas militares rusos, Vatfor, también reclama que Moscú solo acceda a frenar los ataques si inspectores rusos controlan que no se envíen armas desde las bases norteamericanas para abastecer al ejército ucraniano.
La desconfianza hacia Estados Unidos continúa imperando entre las élites rusas a pesar de la euforia inicial por el giro radical de la nueva administración en la cuestión ucraniana. El buen tono del Kremlin se ha mantenido incluso después de que Trump amenazase con nuevas sanciones a Rusia si no cesaba en sus ataques, pero parte del oficialismo teme que Washington adopte ahora una posición más equidistante de la que había mostrado hasta el momento.
Por su parte, Ucrania ha asegurado que planea mantener más conversaciones con EEUU la próxima semana sobre los contornos de la tregua temporal. “Ya hemos acordado que la próxima semana, a nivel de expertos técnicos, los equipos comenzarán a discutir todos los detalles”, ha dicho a los periodistas Andrí Yermak , considerado la mano derecha de Volodímir Zelenski.
La discrepancia sobre el alto al fuego puede provocar la primera brecha en esta renovada relación. La Casa Blanca ha descargado toda la responsabilidad en Putin al asegurar que “si su respuesta es sí, habrá una posibilidad real para la paz”, pero si es que no, entonces “dejará claras sus intenciones”.
“Podríamos hacer cosas muy malas para Rusia. Serían devastadoras para Rusia, pero no lo quiero hacer porque quiero ver la paz”, afirmaba Trump a modo de amenaza.