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Golpe de timón de Le Pen tras su inhabilitación: de la apuesta por la normalización a la 'trumpización'

Golpe de timón de Le Pen tras su inhabilitación: de la apuesta por la normalización a la

La líder ultra ha intentado mantener cierta distancia con las decisiones del presidente de EEUU, consciente del rechazo que suscita en la opinión pública, pero su nueva campaña contra la Justicia y los apoyos internacionales recibidos la sitúan en la estela del trumpismo

Marine Le Pen se compara con Martin Luther King en la concentración contra su condena por corrupción

Desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, Marine Le Pen, líder de la extrema derecha francesa, tiende a evitar pronunciarse sobre las decisiones del presidente estadounidense.

Y cuando lo hace, procura mantener la ambigüedad.

Por ejemplo, en marzo dijo no aprobar la “brutalidad” que Trump ha mostrado hacia Ucrania y hacia su presidente. “Es muy cruel con los soldados ucranianos comprometidos en una defensa patriótica de su país”, aseguró a Le Figaro, antes de matizar que “nadie puede obligar a EEUU a mantener su apoyo a Ucrania, si no lo desean”.

Como en otras situaciones, la dirigente ultra ha intentado mantener un equilibrio que le permita a la vez satisfacer a su base electoral, que comparte varias de las tesis de Trump, sin poner en riesgo el proceso de “normalización”, con el que aspira a conquistar nuevas categorías de la población francesa y maquillar el legado antisemita y racista de su padre, Jean-Marie Le Pen.

Sin embargo, desde que el Tribunal Penal de París anunciase su condena a cuatro años de cárcel y cinco años de inhabilitación —con carácter inmediato— a la líder de Agrupación Nacional (RN por sus siglas en francés), esa estrategia se ha visto comprometida.

En el acto que convocó su partido tras la decisión, Marine Le Pen quiso inscribirse en la estela de Martin Luther King, si bien la retórica que empleó en su discurso la acerca más a Trump que al histórico líder de la lucha por los derechos civiles. Ha llegado a utilizar la expresión “caza de brujas” para referirse a la condena judicial, un estribillo que el presidente de EEUU ha repetido cada vez que ha tenido que enfrentarse a los tribunales por sus acciones.

Desde hace unas semanas, el viejo discurso contra las élites, el establishment político y el sistema judicial, habitual cuando su padre presidía el partido, vuelve a dominar las declaraciones. Hoy, la hija de Jean-Marie Le Pen habla de “prácticas reservadas a los regímenes autoritarios”, de “violación del Estado de derecho” o del “sistema que ha sacado el arma nuclear” contra RN.

En realidad, una buena parte de la plataforma ideológica del movimiento MAGA y del Project 2025 –que sirve de libro de ruta a la Administración Trump– coinciden con las obsesiones de Agrupación Nacional. Entre ellas, las medidas represivas contra los migrantes, el proteccionismo económico –en 2018, Le Pen aplaudía los aranceles a China y quería que Francia se los pusiera a Alemania– o los ataques contra todo lo que califica de “deriva woke”.

Proximidad ideológica

De hecho, para Marine Le Pen, las presiones que Trump empleó con el Gobierno de Colombia para obligar a aceptar la repatriación de ciudadanos expulsados por EEUU debería ser un modelo de acción para Francia. Considera que, en este sentido, el presidente republicano simplemente “expresa la voluntad” de los votantes.

Pero, a pesar de esa proximidad ideológica, el rechazo que generan en la opinión pública el mandatario estadounidense, así como la inquietud que suscita el acercamiento entre Washington y Moscú, habían llevado a Le Pen mantener cierta distancia. Según un sondeo reciente elaborado por Elabe, el 80% de los franceses tiene una “mala imagen” de Trump (aunque el porcentaje es menor entre los simpatizantes de RN).

Por eso, en el plano internacional, Le Pen se había esforzado en cultivar una postura de independencia respecto a EEUU o Rusia. Sus únicas apariciones recientes en el ámbito mundial han sido con otros líderes de su familia de la extrema derecha europea. “Donald Trump, es muy americano, yo soy francesa”, se limitó a declarar Le Pen durante en el encuentro de Patriotas por Europa en Madrid, el pasado febrero, donde mostró un entusiasmo por el presidente estadounidense mucho menor que el de la mayoría de sus socios europeos, como Viktor Orbán o Santiago Abascal.

Nacionalismo

En los debates dedicados a los recientes cambios en la situación geopolítica en la Asamblea Nacional, Le Pen siempre ha evitado hablar de Trump y ha preferido centrarse en atacar a la Unión Europea, a sus dirigentes y a la OTAN. A sus ojos, el giro de la Administración Trump, alejándose de Europa, confirma la necesidad de un repliegue hacia el soberanismo y el retorno del protagonismo del Estado-Nación como respuesta a los cambios de alianzas. “Francia es una potencia que no puede ponerse al servicio de nadie, ni de Estados Unidos, ni de la UE, ni de Rusia, ni de ninguna otra. Francia debe estar en una equidistancia”, ha dicho.

La postura de equidistancia pretende además evitar que los excesos retóricos de otros líderes iliberales comprometan la estrategia de “normalización”. En febrero, el partido envió a su presidente Jordan Bardella a la Conservative Political Action Conference (CPAC), una cita importante de la galaxia trumpista. En el último momento, Bardella decidió cancelar el discurso previsto y abandonó la cumbre, poco después de que Steve Bannon hiciera un saludo nazi.

Al contrario, otro foro internacional había permitido al joven presidente de RN poner una nueva piedra en el edificio de la “normalización”. El apoyo total a las acciones del Gobierno israelí en Gaza le valió a Bardella y a Marion Marechal —nieta de Jean-Marie Le Pen— la invitación del Ejecutivo de Benjamin Netanyahu a una conferencia internacional sobre la lucha contra el antisemitismo, los pasados 26 y 27 de marzo. Un espaldarazo a la estrategia de la formación lepenista, que les permite poner cierta distancia con algunos de los episodios más oscuros del pasado del partido, en particular de las declaraciones antisemitas y el negacionismo de su líder histórico.

Aliados incómodos

Así, Le Pen y Bardella tendían a ser discretos ante los excesos verbales de Trump, Elon Musk y todos aquellos a quienes Emmanuel Macron califica como “la internacional reaccionaria”. Mientras, las otras corrientes que aspiran a disputar la hegemonía de la extrema derecha francesa han abrazado sin reservas la acción de la nueva Administración norteamericana. En particular, el partido de Éric Zemmour, Reconquista. La eurodiputada Sarah Knafo acudió, invitada por Elon Musk, a los actos de la toma de posesión de Trump.

De hecho, el dueño de Tesla y X hasta ahora no se había pronunciado directamente sobre la política francesa, como sí había hecho recientemente en Alemania o Reino Unido, donde ha apoyado sin tapujos a la extrema derecha.

Pero la condena de Le Pen ha cambiado la situación. Los apoyos internacionales recibidos tras la sentencia —Vladímir Putin, Jair Bolsonaro, Elon Musk— la sitúan en el círculo de los autócratas y políticos iliberales, frente a la pátina de respetabilidad que la líder ultra quiere dar a su partido. La misma semana en que se anunció la decisión judicial, Trump escribió en la red Truth social “FREE MARINE”, en un mensaje de apoyo.

“Marine Le Pen se ha convertido en la candidata de Putin, Trump o Musk de cara a la presidencial de 2027”, analizaba el politólogo Jérôme Jaffré en una reciente entrevista. “Apoyos incómodos [para Le Pen], que se inscriben en una lógica: por un lado, se trata de líderes que no respetan las reglas democráticas de separación de poderes, ni la legitimidad de las instituciones; por otro, buscan la destrucción de la Unión Europea, que es un objetivo fundamental para ellos, a través de la posible victoria en Francia de una candidata anti-UE”. 

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