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La escala en Marruecos de los "barcos de la muerte" con destino a Israel desata una ola de protestas contra el Gobierno

La escala en Marruecos de los

Desde que en noviembre España vetó la escala de dos barcos con armas destino a Israel, la estrategia de Maersk fue derivar operaciones a los puertos marroquíes de Tánger-Med y Casablanca

El Gobierno tiene adjudicados otros nueve contratos de compra de armamento a Israel pendientes de cerrar

Los barcos que suministran armamento a Israel no caben en Tánger. Por mucho que la ciudad albergue el puerto más grande de África, de la otra orilla del Estrecho llevan semanas tomando las calles para impedir que el Gobierno marroquí permita hacer escala en sus puertos a buques que llevan munición al Estado sionista.

Si a principios de abril miles de personas en Rabat y Casablanca se unieron a una ola de protestas a lo largo y ancho del mundo árabe contra el genocidio en Gaza, los 1.500 que se congregaron el pasado domingo en Tánger pedían algo muy concreto: que su puerto no fuera cómplice de una masacre en la que Israel ha matado a al menos 51.300 palestinos.

Esta semana, los portuarios de Tánger-Med han trasladado componentes de los aviones de guerra F-35 desde el Maersk Detroit, procedente de EEUU, al Maersk Nexoe. Según Declassified UK, el Nexoe ya ha zarpado rumbo a Haifa y llegará al puerto israelí antes de mayo. De ahí, el cargamento se llevará a la base de Nevatim, donde está estacionado gran parte del arsenal aéreo del ejército de Benjamín Netanyahu.

Los ‘barcos de la muerte’

Durante los últimos meses, una marea de banderas palestinas se ha colado una vez por semana por las callejas de la medina hasta llegar al puerto de Tánger-Ville, que solo transporta a pasajeros hasta Tarifa. Allí abajo los esperan los antidisturbios: algunas veces consiguen acceder a la terminal, otras no.

En las manifestaciones, algunas pancartas rezan: “¡No a los barcos de la muerte!”. Otras condenan los ataques a hospitales, a la infancia y al pueblo de Gaza. Sin embargo, entre esos mensajes se cuela una petición directa al Gobierno marroquí: que Rabat rompa las relaciones establecidas en 2020 con Israel.

“El pueblo quiere la caída de la naturalización [de las relaciones con Israel]”, resuena en la medina. El cántico recuerda a las protestas que sacudieron Egipto, Siria, Libia y otros países de mayoría árabe a lo largo de la década pasada. Aquellas ‘primaveras’ llegaron con timidez a Marruecos, pero las manifestaciones contra el genocidio en Gaza están abriendo una pequeña ventana para criticar al Gobierno más de diez años después.

“Queremos la caída del régimen colaboracionista. Eso está muy lejos, pero por el momento estas protestas están siendo un gran avance”, dice Jadiya, una mujer de mediana edad. Yusef, un activista de Tetuán, sentencia: “El régimen insiste en traicionar a Palestina y en permitir el tránsito de estos barcos que no son otra cosa que herramientas para matar a nuestros hermanos en Palestina. Estar aquí supone también limpiar una parte de la vergüenza que nos hacen sentir las autoridades marroquíes”.

Imagen de la protesta en Tánger contra las embarcaciones con destino a Israel. Imagen de la protesta en Tánger contra las embarcaciones con destino a Israel.

En las protestas convergen sectores de la sociedad marroquí a los que pocas otras causas unirían. Detrás de la pancarta cabecera chocan sus hombros Sion Asidón y Hasán Benhajeh. El primero es un activista judío antisionista militante del movimiento marxista-leninista M23 desde su fundación en la década de 1970. El segundo, líder de la asociación islamista Justicia y Caridad, que sigue los preceptos del shij Abdesalam Yasín.

En las manifestaciones de las últimas semanas se recuerda también a Raduán al-Qastit, miembro del grupo Justicia y Caridad al que pertenece Yasín, detenido el pasado mes de febrero por organizar las protestas por Facebook. En marzo fue condenado con cargos como “insultar a funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones” e “incitar a cometer un delito o una falta por medios electrónicos”. Estará dos años preso.

A la cola de la marcha, Hasna Qotni lidera un contundente bloque femenino. “Exigimos y alzamos la voz para que estos barcos no contaminen y profanen nuestra agua. Esto afecta a la dignidad de todos los marroquíes que, desde la firma del acuerdo de paz, han estado pidiendo y seguirán pidiendo la caída de la normalización”, dice Qotni, vicecoordinadora de Mujeres Marroquíes contra la Normalización. “No al barco de la vergüenza. No a la entidad sionista”, arenga Abdesaméd Fathi, vicecoordinador del Frente Marroquí por la Defensa de Palestina y contra el Sionismo.

Ya en la explanada que mira al puerto de Tánger-Ville, Zahra Akimi, del partido de izquierdas Voz Democrática Obrera, celebra que la última manifestación haya podido llegar a término sin problemas con los antidisturbios. “Nos hemos dado cuenta de que el majzén —el sistema marroquí—, con todas sus posibilidades represivas, está ahí para detenernos”. Detrás de ella se ve el Estrecho y señala a la orilla de en frente: “Saludo a nuestros vecinos españoles, que se han negado a enviar armas a Israel. El pueblo marroquí también está en solidaridad con Palestina”.

De Algeciras a Tánger

En la misma operación contra la que los marroquíes se manifestaban el pasado domingo participaron asimismo tres puertos españoles. El Maersk Nexoe que zarpó esta semana de camino a Israel hizo escala en Barcelona, Valencia y Algeciras antes de recoger el cargamento de guerra en Tánger, según ha informado la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina (RESCOP) .

Desde de que el pasado mes de noviembre Madrid vetara que dos barcos con armas destino a Israel atracasen en Algeciras y EEUU amenazara con “medidas correctivas”, la estrategia de Maersk fue derivar las operaciones a los puertos marroquíes de Tánger-Med y Casablanca. Además, en casos como este, la parada en Marruecos “no figura en el itinerario público del barco, en una práctica reiterada de ocultamiento y opacidad por parte de Maersk, que ha apagado sus sistemas de identificación y ocultado anteriores visitas a Israel al menos en cuatro ocasiones en 2025”, según la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina (Rescop) y la campaña Fin al Comercio de Armas con Israel.

La naviera danesa niega haber transportado armas o munición a Israel, aunque tiene un contrato con el Gobierno estadounidense y ha reconocido anteriormente envíos que “contienen equipos relacionados con el ejército” derivados de la “cooperación en materia de seguridad entre Estados Unidos e Israel”. A principios de abril, un representante de Maersk confirmó a Declassified UK que el Detroit y el Nexoe “transportan contenedores con piezas de los F-35”, aunque “estos envíos se realizan en nombre de los proveedores, no del Ministerio de Defensa israelí”.

Desde el comienzo del genocidio en Gaza hasta septiembre de 2024, la mitad de los 2.110 envíos de armamento a Israel operados por Maersk pasó por Algeciras. Pese al “embargo total” que prometió el Gobierno español en noviembre, la participación de puertos españoles en operaciones como la de esta semana corroboran que los embarcaderos del Estado han hecho posible el suministro del cargamento bélico a Israel, que lleva 19 meses matando al pueblo de Gaza.

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