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Trump se autoproclama defensor de la clase obrera en uno de los estados donde más empleo se ha destruido en sus 100 días de gobierno

Trump se autoproclama defensor de la clase obrera en uno de los estados donde más empleo se ha destruido en sus 100 días de gobierno

El republicano vuelve a cargar veladamente contra el presidente de la Reserva Federal en un discurso más similar a un mitin de campaña que a un acto presidencial

Choque entre Trump y Jeff Bezos: la Casa Blanca carga contra Amazon por señalar el coste de los aranceles en sus productos

Donald Trump ha celebrado sus primeros cien días de mandato en Warren, al norte de la ciudad de Detroit (Michigan), uno de los puntos neurálgicos del cinturón industrial del país a los que prometió devolver la prosperidad manufacturera perdida con la globalización.

El presidente se ha proclamado como paladín de la clase obrera en un estado que, cien días después de su llegada a la Casa Blanca, la tasa de desempleo no ha hecho más que subir hasta alcanzar el 5,5%. La cifra, según datos estatales, supera la media nacional del 4,2%.

“Después de décadas de políticos que destruyeron Detroit para construir Pekín, por fin tenéis a un defensor de los trabajadores en la Casa Blanca, y en lugar de favorecer a China, estoy poniendo por delante Michigan, estoy poniendo por delante América después de una vida de burócratas no electos que os han robado vuestras pagas y han atacado vuestros valores”, ha dicho el presidente. Hace tan solo cuatro semanas, mientras en Detroit 900 trabajadores del gigante automovilístico Stellantis eran despedidos temporalmente debido a la entrada en vigor de los aranceles del 25% sobre las importaciones de vehículos, Trump se iba a Florida a jugar al golf.

De hecho, el viaje a Michigan de este martes es el primer vuelo doméstico que Trump realiza en sus primeros 100 días de gobierno sin que haya ninguna parada en alguno de sus campos de golf.

“Ahora se nos respeta en todo el mundo”, ha dicho el presidente en referencia a la guerra comercial de la cual ya ha empezado a retractarse. Después del “día de la liberación” con la tabla arancelaria, han venido los días de desescalada: la tregua parcial de 90 días a las tarifas recíprocas, la rebaja del tono con China y las medidas paliativas para la sangría que se avecinaba en la industria automovilística. De hecho, Trump ha firmado esta orden ejecutiva, que busca compensar los efectos negativos de las tasas aplicadas sobre las importaciones de vehículos y piezas para el montaje, desde el avión rumbo a Michigan.

Michigan fue uno de los siete estados clave que había en juego en las pasadas elecciones y Trump consiguió cambiar del azul demócrata al rojo republicano. De hecho, Michigan, junto con Pensilvania y Wisconsin, conformaban el denominado “muro azul” que Trump ya había logrado romper en 2016. Una de las grandes promesas de la campaña del republicano fue devolver la época dorada a los ciudadanos del Medio Oeste que vieron cómo la promesa del sueño americano se esfumaba con la desindustrialización fruto de la globalización. Trump se ha vuelto a jactar de esa victoria y ha vuelto a difundir las teorías de fraude electoral que agitó en la víspera del 5 de noviembre. “Pero era demasiado grande [la victoria] para que nos la robaran”, ha repetido el magnate.

“Vienen de todos los lugares del mundo para ver a vuestro presidente –ha dicho Trump a la multitud congregada–. Vienen de la India, vienen de Francia, vienen de España. Sí, también vienen desde China. Vienen de todo el mundo para ver a vuestro presidente, quieren llegar a un acuerdo. Y haremos el acuerdo, pero no tendríamos por qué hacerlo. Nosotros, Estados Unidos, somos los que tenemos el producto que ellos quieren. Podemos simplemente fijar el precio, pero quiero ser respetuoso, y quiero ser amable.”

Una vez más, Trump se jacta de ser el más fuerte en la negociación, de ser el “dealmaker”, aunque la reacción de los mercados y el rendimiento de los bonos del Tesoro apuntaban en otra dirección. Lo mismo puede decir China, que no ha cedido ni un milímetro ante la escalada de la Casa Blanca y ha sido esta quien ha acabado reconociendo que no es “sostenible” una guerra comercial con Pekín de tal envergadura. De hecho, Trump ha mencionado una supuesta visita de China para negociar los aranceles, de la cual no hay constancia pública. Por el momento, solo se conocen las reiteradas peticiones de Trump a su homólogo chino, Xi Jinping, para que le llame y negocie.

Del mismo modo que ha defendido que está “trayendo trabajo” al país con su gestión económica, también ha asegurado –falsamente– que ha bajado el precio de los huevos “un 87%”, mientras la gente pintaba patatas y cebollas esta Pascua en lugar de huevos reales debido a la subida de precios. Trump también ha vuelto a cargar contra el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. Aunque de forma velada: “Tengo a una persona de la Reserva Federal que realmente no está haciendo un buen trabajo. Se supone que no debes criticar a la Reserva Federal, se supone que debes dejarle hacer lo suyo, pero yo sé mucho más sobre las tasas de interés que él”.

El discurso presidencial ha vuelto a ser un discurso de campaña con los ataques a los migrantes, las políticas de diversidad y ahora también a los jueces “de izquierdas” que bloquean sus aspiraciones absolutistas. En casi dos horas de charla, Trump ha divagado sobre las deportaciones a El Salvador, la “locura trans” y otros tantos clásicos del repertorio.

Cien días después de que el expresidente Joe Biden abandonara el cargo, el republicano aún ha seguido atacándolo también con la mofa de “sleepy Joe”. Tampoco han faltado los comentarios faltones hacia la demócrata Kamala Harris. Para ampliar el repertorio, también ha atacado al senador independiente Bernie Sanders y a la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez. “Bernie probablemente es lo mejor que tienen [los demócratas], que por cierto es unos siete u ocho años mayor que yo. Pero tengo que darle crédito por una cosa: es un lunático, pero sigue siendo bastante afilado”, ha dicho Trump.

Ambos han encontrado en la lucha contra la oligarquía un nuevo flanco desde donde atacar a Trump de cara a las elecciones de medio mandato en 2026. Sanders y Ocasio-Cortez están devolviendo la esperanza a un partido Demócrata que aún sigue sufriendo una crisis de identidad después de la derrota electoral. Como ya pasó durante la campaña electoral, Trump no ha podido evitar su fijación por las multitudes y ha vuelto a comparar: “Nuestras multitudes son mucho mayores que las suyas. Sus multitudes son pequeñas”.

Igual que en su discurso ante las dos cámaras del Congreso, Trump ha vuelto a celebrar el implacable avance de su agenda ultra: “Este es el mejor comienzo de 100 días que cualquier presidente ha tenido en la historia, y todo el mundo lo dice... apenas hemos empezado. Ni siquiera han visto nada todavía”. Una vez más, la afirmación vuelve a estar confrontada por la realidad: desde que Trump ha llegado a la Casa Blanca su popularidad no ha hecho más que caer. Especialmente en este último mes con la guerra comercial.

Una nueva encuesta de la CNN mostraba este lunes cómo el 59% de los estadounidenses consideran que Trump ha empeorado la economía desde que llegó a la presidencia. En total, 6 de cada 10 encuestados ya aseguran que su vida se ha encarecido y solo el 12% cree que las políticas del republicano vayan a ayudar a bajar los precios. Asimismo, un 69% de los ciudadanos ya ve posible que se produzca una recesión económica durante este primer año. A pesar de ello, este martes en Michigan Trump volvía a insinuar la idea de repetir mandato, mientras de fondo el público aplaudía el eslogan de “Trump 2028” pronunciado por una ponente.

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