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Trump da la espalda a Netanyahu: le excluye de su primer gran viaje de Estado a la región mientras busca un alto el fuego

Trump da la espalda a Netanyahu: le excluye de su primer gran viaje de Estado a la región mientras busca un alto el fuego

El presidente realiza su primer viaje al exterior priorizando los intereses geoestratégicos y económicos de EEUU con los países del Golfo Pérsico y marginando a su aliado israelí, a quien ve como un lastre en su objetivo de crear un próspero nuevo orden regional

Trump y el príncipe heredero de Arabia Saudí firman un acuerdo de 142.000 millones de dólares en defensa

Las últimas acciones de la Administración estadounidense con los hutíes, Irán, Siria o Turquía revelan cómo podría ser el nuevo mapa diseñado por Donald Trump para Oriente Medio: negociaciones directas con los actores que le resulten útiles –sean organizaciones terroristas o no–, prioridad para los intereses de Estados Unidos y menos protagonismo para el Israel de Benjamín Netanyahu, que ha pasado de actor principal a secundario y, a veces, hasta figurante.

Así se desprende del programa del primer gran viaje al extranjero del presidente Trump que, acompañado por un nutrido grupo de empresarios y directivos estadounidenses, comenzó este martes en Arabia Saudí, donde el republicano ha firmado con el primer ministro y príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, un acuerdo de asociación económica estratégica que incluye el compromiso de Riad de invertir casi 142.000 millones de dólares en material de defensa de EEUU.

Además, Trump también viajará este miércoles a Qatar y terminará su periplo en Emiratos Árabes Unidos (EAU), donde está prevista la rúbrica del anuncio que el jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan ya hizo este año: la inversión de 1.400 millones de dólares en semiconductores, manufactura y energía estadounidenses con el desarrollo de la Inteligencia Artificial como nueva área estratégica de interés para el país del Golfo Pérsico.

En esta ocasión, Netanyahu no está invitado ni para saludar a Trump en la habitual parada de cualquier presidente estadounidense en el aeropuerto de Tel Aviv ni para las reuniones previstas en Qatar, donde el republicano buscará un nuevo acuerdo entre Israel y Hamás sobre Gaza.

“Trump le está diciendo a Netanyahu: 'cariño, ya me harté de ti'”, apuntó la comentarista Dana Fahn Luzon durante un reciente debate televisivo en Israel sobre el acuerdo de alto el fuego alcanzado directamente entre el presidente estadounidense y los hutíes de Yemen. “Trump no va a Israel porque no le ve ninguna ventaja en ir allí y no quiere verse arrastrado al 'lío' de Netanyahu en Gaza”, opina Michael Koplow, director de políticas del Foro de Política de Israel.

La exclusión de Netanyahu de los movimientos y contactos de la Administración Trump en Oriente Medio quedó patente el lunes, tan sólo un día antes de la llegada del líder estadounidense a la región. Gracias a un acuerdo entre EEUU y Hamás, con la mediación de Qatar, el grupo palestino dejó en libertad al rehén israelí-estadounidense Edan Alexander como “gesto de buena voluntad hacia el presidente Trump”, tal y como lo calificó su enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff, el principal artífice del acuerdo.

Al parecer, el Gobierno de Netanyahu no fue informado por su socio estadounidense, sino que supo del acuerdo a través de su propia inteligencia y esto ha molestado a algunos miembros del gobierno y oposición. Además, el periódico Haaretz apuntaba este martes a que ha sido el enviado de Trump, Steve Witkoff, quien ha exigido a Netanyahu enviar una delegación a Qatar para negociar el fin de la guerra.

“Hemos trabajado sin descanso para recuperar a todos los rehenes de Hamás. Ya hemos recuperado a muchos, pero estamos recuperando a más. Este fin de semana hemos negociado la liberación del último rehén estadounidense, Edan Alexander, y seguimos trabajando para poner fin a esa guerra lo antes posible”, ha señalado Trump en su primera parada en Arabia Saudí.

El deseo de Trump: un acuerdo Israel-Arabia Saudí

La crisis humanitaria en Gaza –donde los niveles de hambruna han aumentado debido al bloqueo absoluto de Israel sobre la Franja desde hace más de dos meses– y el empeño personal de Netanyahu en continuar con su guerra contra Hamás, que aún retiene a 58 rehenes (se cree que una veintena siguen vivos), ha dinamitado la ansiada normalización de relaciones diplomáticas entre Israel y Arabia Saudí, que no solo impulsó Trump desde la firma de los Acuerdos de Abraham en 2020, sino también el presidente Joe Biden poco antes del ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023. 

“Este Gobierno israelí no es nuestro aliado”, escribía el analista norteamericano Thomas Friedman en su última columna en The New York Times. “Netanyahu puso sus intereses personales por delante de los de Israel y de Estados Unidos, condenando al fracaso un acuerdo (entre Israel y Arabia Saudí) que hubiera abierto todo el mundo musulmán a turistas e inversores israelíes (…). Después de que Netanyahu haya estado manipulando a todo el mundo durante dos años, tanto los estadounidenses como los saudíes han decidido renunciar a su participación en el acuerdo”, según el columnista.  

La obcecación de Netanyahu por seguir arrasando Gaza bajo el pretexto de acabar con Hamás a cualquier precio –incluidas las vidas de más de 17.000 niños y niñas, según datos de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos– ha herido de muerte la posibilidad de un acuerdo de normalización entre los otrora enemigos. Sin embargo, Trump no pierde la esperanza de culminar su sueño.

“Los Acuerdos de Abraham han sido algo asombroso y tengo la ferviente esperanza, deseo e incluso sueño con que Arabia Saudí [...] pronto se una a los Acuerdos de Abraham. Creo que será un gran homenaje a su país y algo realmente importante para el futuro de Oriente Medio”, ha afirmado Trump este martes en Riad.

Según una fuente oficial estadounidense y dos del Golfo citadas por la agencia de noticias Reuters, funcionarios estadounidenses presionan discretamente a Israel para que acepte un alto el fuego inmediato en Gaza, una de las condiciones previas de Arabia Saudí para volver a entablar conversaciones sobre la normalización de las relaciones con Tel Aviv. Dos de las fuentes señalan que la oposición de Netanyahu a detener la guerra o a la creación de un Estado palestino hace improbable el avance en esas conversaciones con Riad.

Para lograr sus objetivos, Trump necesita a los líderes de los Estados árabes que le agasajarán con los regalos más ostentosos (Qatar le ha ofrecido un avión presidencial por valor de más 360 millones de euros), pero le exigirán alguna compensación que les permita presentarse en casa como los últimos bastiones de la defensa de la causa palestina, especialmente cuando sus súbditos no olvidan que buena parte de las bombas, munición y armamento utilizados por Israel en su destructiva campaña de Gaza procede del mismo país con el que ahora sus gobernantes están dispuestos a firmar suculentos acuerdos comerciales y económicos.

Por último, el programa de enriquecimiento de uranio de Irán también está sobre la mesa durante el viaje de Trump, pero para disgusto de Netanyahu su gabinete tampoco tiene detalles sobre la cuestión que más le obsesiona. “Ni de esto, ni de lo que hará en la mayoría del viaje tenemos mucha información”, aseguró recientemente uno de sus asesores al diario israelí Haaretz. 

Irán y el dolor de cabeza para Netanyahu

Si Donald Trump fue capaz de anunciar en el Despacho Oval y durante la visita de Netanyahu a Washington el pasado 7 de abril que su país estaba manteniendo conversaciones directas con Irán, la bestia negra de Israel, sin haber informado previamente a su amigo Bibi de los detalles, el gabinete del primer ministro espera cualquier desenlace.

Según medios locales, diplomáticos iraníes y estadounidenses trabajan desde hace días en un memorando de entendimiento entre EEUU e Irán, que celebraron la cuarta ronda de negociaciones bilaterales el pasado domingo en Mascate, capital de Omán, el país mediador. “Las conversaciones fueron difíciles, pero útiles”, afirmó el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Esmail Baghaei. Mientras, un funcionario estadounidense que habló en condición de anonimato al término del encuentro dijo que estaban “alentados por el resultado” de las consultas.

Trump ha advertido este martes a Teherán de las consecuencias de no alcanzar un entendimiento: “Quiero llegar a un acuerdo con Irán. Si lo logro, me alegraré mucho porque así lograremos que su región y el mundo sean un lugar más seguro. Pero si los líderes iraníes rechazan esta rama de olivo y continúan atacando a sus vecinos, no tendremos más remedio que ejercer una presión máxima masiva y reducir a cero las exportaciones de petróleo iraní, como hice antes”.

Trump quiere lograr un “acuerdo mejor” que el sellado por Barack Obama en 2015 (conocido como Plan de Acción Integral Conjunto, JCPOA). Irán, tras la muerte del JCPOA por la salida de EEUU que ordenó el propio Trump, es hoy capaz de enriquecer uranio no al 20% de pureza, como sucedía en 2015, sino a más del 60%, según estimaciones del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). 

Mientras tanto, Netanyahu, que sueña desde hace décadas con un ataque militar a gran escala contra las instalaciones nucleares de Irán, se mantiene a la espera cuando este lunes se cumplieron los dos meses de plazo que Trump le dio a Irán para alcanzar un nuevo acuerdo nuclear bajo la advertencia de posibles acciones militares en caso de no participar y lograr avances en las negociaciones. 

“De verdad queremos que sean un país próspero. Queremos que sean un país maravilloso, seguro y grandioso. Pero no pueden tener un arma nuclear”, ha afirmado este martes Trump. “Esta es una oferta que no durará para siempre. Es ahora el momento de que elijan”.

Durante su gira por Oriente Medio, Trump quiere potenciar su imagen negociadora, de hombre de paz y facilitador de acuerdos difíciles, además de apoyar una nueva visión de la región, alejada de las tradicionales pugnas por el poder y violencia. “En otras ciudades de la península, como Dubái, Abu Dabi, Doha y Mascate, las transformaciones han sido increíblemente notables ante nuestros ojos”, ha dicho en una de esas ciudades, Riad.

“Una nueva generación de líderes está superando los antiguos conflictos y las desgastadas divisiones del pasado, forjando un futuro donde Oriente Medio se define por el comercio, no por el caos, por el terrorismo; y donde personas de diferentes naciones, religiones y credos construyen ciudades juntas, no aniquilándose mutuamente”.

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