Las potencias del Consejo de Seguridad de la ONU evidenciaron este jueves su división ante la ofensiva turca en el noreste de Siria, en una reunión de urgencia en la que no pudieron consensuar ningún mensaje en respuesta al movimiento de Ankara.
La profunda fractura que se arrastra en el Consejo de Seguridad casi desde el inicio de la guerra en el país árabe continúa en este nuevo episodio.
De la reunión de este jueves, celebrada a puerta cerrada, salieron únicamente mensajes repetidos por parte de las principales potencias, que ya se habían expresado desde sus capitales en las horas previas.
La postura más crítica con la ofensiva de Turquía contra las milicias kurdas del norte de Siria fue la europea, con un claro llamamiento a detener la operación.
"Llamamos a Turquía a cesar su acción militar unilateral, pues no creemos que vaya a solucionar las preocupaciones de seguridad turcas", señalaron de forma conjunta los cinco países de la Unión Europea (UE) que se sientan en el Consejo (Francia, el Reino Unido, Alemania, Bélgica y Polonia), junto a Estonia, que ingresará el próximo enero.
La declaración, en línea con la emitida un día antes por la jefa de la diplomacia comunitaria, Federica Mogherini, y leída ante los medios, subrayó que los combates minarán la estabilidad en la zona, aumentarán el sufrimiento de los civiles e incrementarán el número de desplazados y refugiados.
Además, los países europeos avisaron que la ofensiva "amenaza" los progresos logrados en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), respaldada por una amplia coalición internacional y en la que tuvieron un papel clave las fuerzas kurdas.
Dentro de la propia Unión Europea (UE) también parece haber distintos grados de enfado con la decisión de Ankara, pues mientras Alemania ha dicho a título individual que "condena" la operación, otros han preferido evitar ese lenguaje.
Las preocupaciones europeas son compartidas por Estados Unidos, que sin embargo se ha abstenido de pedir a Turquía que frene su ataque, que se puso en marcha tras el anuncio de la salida de las tropas estadounidenses de esa zona, algo interpretado por muchos como una luz verde por parte de Donald Trump.
Su embajadora ante la ONU, Kelly Craft, recalcó sin embargo que "el presidente ha dejado abundantemente claro que EE.UU. no respaldó de ninguna manera la decisión del Gobierno de Turquía de iniciar una incursión militar en el noreste de Siria".
Además, reiteró las amenazas lanzadas ya por Trump, que en la víspera había prometido "más que sanciones" si la ofensiva turca tiene un efecto "inhumano" en los kurdos.
"Un fracaso a la hora de cumplir con las reglas, de proteger a poblaciones vulnerables o de garantizar que el EI no pueda explotar estas acciones para reorganizarse tendrá consecuencias", dijo Craft a los periodistas.
Rusia, el gran aliado del Gobierno de Damasco, pidió "máxima contención" en la operación, pero prefirió no criticarla, a pesar de que Turquía ha sido uno de los principales apoyos de la oposición a Bachar al Asad.
El embajador ruso en la ONU, Vasili Nebenzia, sugirió de alguna manera que las milicias kurdas se lo han merecido por elegir a Estados Unidos como su principal socio en la zona.
"Nosotros estamos animando a los kurdos a tener un diálogo directo con el Gobierno sirio, pero ellos prefirieron a otros protectores y ahora pueden ver lo que pasa", dijo a los periodistas.
Nebenzia, además, acabó en la práctica con cualquier posibilidad de que el Consejo de Seguridad acuerde en los próximos días una reacción a estos últimos acontecimientos, al exigir que cualquier pronunciamiento incluya otros aspectos de la crisis en Siria, empezando por exigir el "fin inmediato" de la "presencia militar ilegal" en el país, en referencia a las tropas estadounidenses.