A la taiwanesa Areal Liu le desvelaba que su herencia no pudiera ir para a su esposa, algo que ya es legal en Taiwán desde mayo, con la aprobación del reconocimiento de pleno derecho a las parejas homosexuales.
Liu, como otras tantas lesbianas taiwanesas, se prepara para celebrar el primer Día del Orgullo con una legislación que ha sido recibida con los brazos abiertos por este colectivo en la isla.
"Por fin tenemos firmes derechos de los que tiene cualquier otra pareja heterosexual, algo que no puede destruir nada en el mundo", cuenta a Efe Liu, de 42 años, socia de una empresa publicitaria y casada con Kira Hsu, una masajista de 40.
"Antes, siempre estaba preocupada por si, en caso de morir yo, cualquier familiar pudiera arrebatar a Kira los derechos y los intereses que merece -relata Liu-. Pero ahora, ya he escrito mi testamento, que por supuesto es en favor de mi mujer, y las compensaciones de mi seguro siempre van para mi heredera legal, mi esposa".
El pasado 24 de noviembre Taiwán rechazó en referéndum que el matrimonio homosexual entrara en el código civil. Sin embargo, se estipuló que se hiciera una nueva ley para legalizar el matrimonio homosexual, que había sido una de las promesas de la campaña de la actual presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, elegida en 2016.
"Tsai ha cumplido sus palabras, y ahora podemos comprobar las buenas intenciones del Gobierno. Trabajó al alimón con los departamentos oficiales y todos los detalles estuvieron bien coordinados. Ahora tenemos derechos de verdad", apunta Hsu.
Para el periodista y activista por los derechos homosexuales Tsou Tsung-han, el hecho de que su país se haya convertido en el pionero asiático en la protección de los derechos de los homosexuales es también una garantía para proteger la soberanía de la isla frente a China.
"La Oficina de Asuntos de Taiwán de China queda en evidencia cada vez que se les pregunta sobre matrimonios homosexuales a ambas partes del estrecho (de Taiwán). Esto es lo que nos hace distintos de China", señala Tsou.
China considera a Taiwán una provincia díscola que ha de volver al redil, por la fuerza si es menester. Mientras, Taipéi ha autogestionado el territorio desde 1949, y no quiere saber nada de quedar a cargo de Pekín.
Tanto Tsou como su marido, Kevin Huang, proceden de familias de la etnia Hakka, conocidas por su interés por los valores familiares tradicionales, pero ambos indican que su matrimonio ha hecho que sus parientes tomen conciencia sobre las dificultades a las que se enfrentan los homosexuales.
"Nuestro matrimonio les ha hecho tener que salirse de sus estructuras mentales. Y se dieron cuenta de que las normas que obedecían en las uniones hombre-mujer no servían para cubrir todas las situaciones que la sociedad actual contempla", agrega Tsou.
El activista cuenta que, al morir su abuelo, ni su nombre ni el de su marido aparecieron en el obituario como pareja, y que optaron por ofrecer una corona de flores al difunto con los nombres de ambos, a pesar de la oposición de la familia.
Más suerte tuvieron Liu y su esposa, cuyas familias eran más abiertas y las apoyaron desde el principio.
"Estoy orgullosa de los avances de mi país", relata Liu. "Pero estoy todavía más emocionada por el momento que vivimos. A pesar de que la de Taiwán es una sociedad confuciana relativamente tradicional y conservadora, está dispuesta a aceptar un fenómeno que le es ajeno".
Sin embargo, Liu cree que la sociedad taiwanesa tardará 20 o 30 años en aceptar la homosexualidad, por lo que no contempla tener hijos biológicos. "Los niños no tienen por qué soportar la presión social", apostilla.
Su mujer, que sí quiere hijos biológicos, dice que desearía que las parejas de lesbianas también tuvieran derecho a recibir tratamiento de inseminación in vitro, algo común entre las parejas heterosexuales.
En cuanto a Tsou y Huang, ambos quieren niños y están en ello a través de subrogación en Estados Unidos, donde la práctica es legal.
Pero antes de eso, Tsou, como uno de los moderadores del Día del Orgullo, saldrá al escenario en el primer desfile de pleno derecho que Taiwán celebrará este sábado y que espera la participación de unas 200.000 personas.
Taijing Wu