Estados Unidos "tiene que reflexionar acerca de sus políticas" y dejar de apoyar a grupos que mantienen a sus propios países en un estado de pobreza y represión, lo que impulsa la emigración de "cientos de miles", dijo la activista guatemalteca Emma Molina Theissen.
La mujer participó en Washington junto a su hermana María Eugenia en un homenaje a su hermano pequeño, Marco Antonio, quien hace 39 años, cuando él tenía 14, fue sacado de su casa por militares en Guatemala y se convirtió en uno de los cerca de 5.000 menores desaparecidos durante el conflicto armado que vivió ese país entre 1960 y 1996.
"Estados Unidos tiene que jugar un papel en todas estas realidades, son realidades que en buena medida son herencia o son resultado de las políticas norteamericanas para toda la región de América Latina y que ellos deben tener conciencia de que tienen una deuda con estas sociedades", observó Emma Molina en una entrevista con Efe.
Haciendo una pausa al dolor que transmite cuando recuerda a su hermano, desaparecido desde el 6 de octubre de 1981, un día después de que ella escapara de los militares que la habían detenido el 27 de septiembre y la sometieron a torturas y otro vejámenes, recordó que la represión y la pobreza en Latinoamérica se convierte en flujos migratorios.
"(Estados Unidos) está apoyando a grupos empresariales y a grupos de poder, a grupos políticos o a grupos políticos-militares que tienen verdadera responsabilidad en esta situación, que es una realidad que la ven aquí, porque el resultado de todo lo que vivimos en esos países se convierte en cientos de miles de migrantes", consideró esta mujer, quien hizo de Costa Rica su hogar.
Dibujando una realidad que es común para muchos países, indicó que una de las cosas que necesitan los seres humanos es vivir donde tengan "posibilidades de tener justicia en todos los sentidos".
"Si no vivimos en eso, pues no vamos a tener una solución verdadera en nuestros países y, por lo tanto, eso se va a seguir convirtiendo en un problema de constante flujo migratorio de la gente que, ya desesperada, desesperanzada, busca irse a donde puede por lo menos comer", agregó.
"Estados Unidos tiene que reflexionar acerca de sus políticas y acerca de a quiénes realmente debe pedirles cuenta y de qué forma les debe exigir a los Gobiernos que resuelvan los problemas profundos que hay", opinó esta activista, convencida de que Washington debe retirar su apoyo a quienes "mantienen ese estado de pobreza y de exclusión y de represión" a los ciudadanos.
Sobre Guatemala, lamentó que no haya "resuelto sus problemas estructurales más básicos".
"Cerca del 60 % de las personas vive en pobreza o en extrema pobreza, y eso significa que hay una exclusión prácticamente de toda la actividad económica, de los servicios más básicos de salud, de educación, de agua potable", señaló Emma.
Al referirse a su hermano, cuyo caso fue recordado en Washington en un foro y un concierto del cantautor guatemalteco Fernando López organizado por el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), admitió que aunque ha habido reparación no ha sido "total", pues aún desconocen la verdad y no han podido recuperar sus restos para darles sepultura.
"El tiempo que ha pasado desde el secuestro de Marco Antonio son 39 años (...), pero para nosotras es como que hubiera sido ayer. Nuestra madre recuerda día a día a nuestro niño. Ella, especialmente los días martes, porque fue un martes que se lo llevaron", relató por su parte María Eugenia Molina Theissen.
A juicio de María Eugenia, "la Guatemala que ha subsistido a partir de 1954 (cuando empezaron las dictaduras militares hasta 1986) es una Guatemala destruida en su tejido social y no ha habido hasta ahora respeto ni confianza en las instituciones sociales".
"Hay una generación perdida, porque no solo fueron esos 5.000 niños y niñas, que es un dato aproximado, hay muchos registros que no existen, sino 45.000 desaparecidos, más toda la gente que tuvo que salir al exilio", afirmó María Eugenia, para quien Guatemala "no ha podido revisar ese pasado, que no ha podido trascenderlo y mucho menos recuperarse en lo individual y como sociedad".
Y pese a reconocer que existen "muchos esfuerzos" por avanzar hacia un Estado de derecho, alertó sobre sectores que están "muy agresivos, muy envalentonados" atacando jueces, operadores de justicia, fiscales y defensores de derechos humanos, entre otros