El Gobierno griego anunció este miércoles el cierre de los actuales campos de refugiados en las islas del Egeo y su sustitución paulatina por Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), donde se encerrará a todos los migrantes que lleguen a sus costas, incluidos los niños.
Más de tres años después de que la declaración conjunta entre la Unión Europea (UE) y Turquía bloqueara la salida de las islas del Egeo a solicitantes de asilo y migrantes, Grecia tiene un plan para acabar con la saturación y el hacinamiento de sus campos.
El Gobierno pretende que le sirva también para "enviar a los que piensan venir el mensaje de que no podrán circular incontrolados por el país", según destacó hoy el portavoz del Ejecutivo, Stelios Petsas.
Se prevé que los CIE sean construidos en el transcurso de los próximos seis meses en las islas de Lesbos, Quíos, Samos, Leros y Kos; las principales vías de entrada desde Turquía a la UE.
Los Centros de Internamiento de Lesbos, Samos y Quíos tendrán una capacidad para al menos 5.000 personas cada uno, el de Kos para 2.000 y el de Leros, para 1.000. Ahora mismo estas islas acogen a casi 38.000 personas, aunque solo tienen capacidad para 5.800.
Las islas más saturadas son Lesbos y Samos. En la primera se encuentra Moria, el mayor centro de acogida de refugiados de la UE, bien conocido por sus condiciones de insalubridad y hacinamiento. Aunque está diseñado para 3.000 personas, allí malviven unas 15.000.
Desde hace años ONG, políticos y vecinos pedían el cierre de este centro que ha sido, sin duda, el símbolo de la mala gestión de la crisis migratoria por parte de la UE.
El Gobierno anunció hoy también que, hasta comienzos del próximo año, serán trasladados 20.000 migrantes de estas islas al continente. Un cuarto de ellos serán alojados en hoteles y los demás en centros de acogida ya existentes.
En los CIE no se permitirá la libre entrada y salida de los solicitantes de asilo como hasta ahora, sino que se les encerrará hasta que se les otorgue el estatus de refugiado o sean deportados. Además se limitará aún más la presencia de ONG y voluntarios.
"Solo aquellas ONG que cumplan los requisitos podrán quedarse y continuar operando en el país", advirtió el viceministro de Defensa, Alcibíades Stefanís, encargado de la coordinación de la gestión de la crisis migratoria.
Otra de las prioridades del Gobierno conservador de Nueva Democracia es el aumento de las devoluciones a Turquía y países de origen. Por eso ha prometido deportar a 10.000 personas hasta finales de 2020 para descongestionar las islas y el sistema de asilo. Según datos gubernamentales, actualmente hay 67.000 demandas de asilo pendientes de ser examinadas.
El viceministro de Defensa destacó que habrá un mando unificado de todas las fuerzas -Policía, Guardacostas, Fuerzas Armadas- implicadas en la supervisión de las fronteras y anunció que serán contratados 1.200 guardias fronterizos para disuadir aún más las llegadas.
Además, Stefanís anunció la contratación inminente de otros 500 empleados para el Servicio de Asilo en el marco del esfuerzo del Gobierno por acelerar el examen de las demandas.
El partido izquierdista Syriza -que ostentaba el Gobierno hasta el pasado julio y que abrió estos centros durante la gestión de la crisis de refugiados- ha criticado el anuncio.
"Se convierten las islas en cárceles para todos los solicitantes de asilo, familias y menores. La detención pasa así de ser el último recurso a la regla general". Además el partido afirmó que este cambio viola las disposiciones básicas del derecho internacional y europeo y que generará más tensión en las islas.
El primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, ha remarcado tanto con el reciente endurecimiento de la ley de asilo como con sus declaraciones su determinación para cambiar la foto de la migración en el país y su intención de que sus socios europeos colaboren.
"Europa trata a los países de entrada, como Grecia, como un práctico aparcamiento para dejar a los refugiados y migrantes. ¿Es eso solidaridad europea? No. Ya no lo aceptaré", declaró Mitsotakis al periódico alemán Handelsblatt esta semana.
Ana Mora Segura