Cuatro miembros de los equipos sanitarios que combaten el brote de ébola en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC) murieron anoche y otros cinco resultaron heridos en dos ataques de hombres armados, confirmó hoy la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Uno de los ataques ocurrió en un campamento de la localidad de Biakato, en la provincia de Ituri, y el otro en una oficina de coordinación de la respuesta contra el ébola en Mangina, en la provincia de Kivu del Norte.
Los muertos incluyen un integrante del equipo de vacunación, dos conductores y un agente de policía, afirmó la OMS en un comunicado, al precisar que entre los heridos se encuentran un miembro de esa agencia de la ONU y personal del Ministerio de Salud congoleño.
"Estamos desconsolados porque las personas murieron en el cumplimiento de su deber mientras trabajaban para salvar a otros", afirmó el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien subrayó que "el mundo ha perdido a valientes profesionales".
"El ébola estaba remitiendo. Estos ataques le darán fuerza de nuevo y, como consecuencia, morirá más gente", lamentó Tedros.
En conversación telefónica con Efe, el coordinador general del Comité Nacional Multisectorial de la Respuesta contra el Ébola, el doctor Jean-Jacques Muyembe, atribuyó los ataques a rebeldes Mai Mai, nombre con que se conoce a una amalgama de grupos armados en el noreste del país que luchan contra el Gobierno central y grupos rebeldes extranjeros.
Muyembe recalcó que estos ataques no debilitarán los esfuerzos de la lucha contra la enfermedad, pero admitió que se debe trabajar en la seguridad de los puestos de atención sanitaria, ya que a menudo son blanco de ataques.
Este brote de ébola, que sacude las provincias de Kivu del Norte e Ituri desde agosto de 2018, ha dejado, hasta la fecha, 2.199 muertos y un total de 3.304 contagios.
Esas cifras lo convierten en el peor de la historia de la RDC y en el segundo peor del mundo, solo superado por la epidemia que sufrió África Occidental en 2014.
El control del virus, que se transmite a través del contacto directo con la sangre y los fluidos corporales contaminados, se ha visto muy complicado por el rechazo de algunas comunidades a recibir tratamiento y por la inseguridad en la zona afectada.
Allí operan más de un centenar de grupos armados y los trabajadores sanitarios se convierten a menudo en objetivo de sus ataques.
Solo en la primera mitad de este año hubo casi doscientos ataques contra centros y equipos de respuesta que acabaron con la vida de al menos siete personas, de acuerdo a datos de la OMS.
La propia ONU, a través de su misión en el país (denominada Monusco), admitió el pasado martes que tienen grandes dificultades para controlar la situación en el noreste de la RDC.
Ese mismo día, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) habían anunciado la evacuación de 76 de sus empleados de la ciudad de Beni dado el peligro en la zona.
Pese a todo, la situación del brote de ébola vienen mejorando en las últimas semanas y las autoridades congoleñas consideran que podría declararse su fin antes de que acabe este año.