Cómo preservar la memoria colectiva y afrontar con resiliencia el dolor fueron este martes los emotivos pilares de un homenaje a los detenidos y desaparecidos españoles durante la última dictadura cívico militar de Argentina (1976-1983).
"Estoy acá porque hay que recordar lo que no debe ser nunca olvidado. Recordar para evitar que las historias se repitan. Decimos 'basta de violencia, de guerra, de genocidio, basta, basta'", expresó a Efe Vera Jarach, de 91 años e integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
La veterana activista fue una de las asistentes, entre otros familiares de víctimas del terrorismo de Estado y personal diplomático, a un acto en la Embajada de España en Buenos Aires en el que se recordó a los cerca de 100 españoles y 2.000 personas de origen español que se estima fueron detenidos, torturados y desaparecidos para siempre durante el régimen de facto.
Presentados por el embajador español, Francisco Javier Sandomingo, y la presidenta de la Comisión de Desaparecidos Españoles en Argentina, la gallega emigrada al país suramericano María Consuelo Castaño Blanco, el escritor Mateo Niro y el neurocientífico Facundo Manes encabezaron un coloquio.
Este versó sobre el concepto de recordar y la forma de adaptarse a las turbulencias y angustias de la vida, como fue la trágica dictadura.
"Hablamos de la memoria, la memoria colectiva y resiliencia, de cómo el ser humano es capaz de enfrentar la adversidad, atravesarla y salir fortalecida", explicó Manes, uno de los médicos más conocidos de Argentina, creador del Instituto de Neurología Cognitiva.
Según añadió en una charla con Efe, hay estudios que muestran que "tener un estrés tolerable en la infancia sería una de las cosas que la ciencia sabe que favorece la resiliencia en la etapa adulta".
En su intervención, Castaño -que junto a sus tres hijas fue secuestrada en 1979 y a día de hoy sigue teniendo desaparecido a su esposo, Regino- quiso dedicar en especial el homenaje a los más de 50 científicos que fueron víctimas de los años del terror, entre ellos un hijo de españoles que desapareció junto a su esposa en 1976.
Antes de terminar, y como es tradición, los asistentes se acercaron al mural conmemorativo ubicado en el jardín de la embajada, creado en 1997, para depositar un ramo de flores y leer los nombres de algunos de los españoles homenajeados.
Sin embargo, el recuerdo estuvo con el total de las 30.000 personas que, según los organismos de derechos humanos, fueron desaparecidas por el régimen, la mayoría militantes opositores a la dictadura.
"Soy una judía italiana con una doble historia. El Holocausto. Yo me salvé con mi familia viniendo a Argentina, de chica, a los 11 años. Pero mi abuelo se quedó y terminó en (el campo de concentración de) Auschwitz. Ahí no hay tumba. Muchos años después, en 1976, secuestraron a mi hija", cuenta Jarach.
Dos décadas después, supo que su hija había sido llevada a la entonces Escuela de Mecánica de la Armada, el mayor centro clandestino de detención y tortura del país, y seguidamente fue subida a uno de los llamados vuelos de la muerte, con los que la dictadura se deshacía de los secuestrados drogándolos y tirándolos aún con vida al río.
"Tampoco hay tumba. La historia se repite", lamentó la madre de Plaza de Mayo, que quiso participar del acto en la Embajada de España por la "enorme inmigración española e italiana" que llegó a Argentina el siglo pasado, y por lo que hubo tantas víctimas de esas nacionalidades.