"Mind the Gap", la voz que advierte por megafonía a los usuarios del metro de Londres que tengan cuidado con el espacio entre coche y andén, es una parte imprescindible del imaginario colectivo de la ciudad. Hoy en día, el sonido es idéntico en todas las estaciones menos una: en Embankment, en la plataforma norte de la Northern Line, es posible escuchar una voz completamente distinta, y tras ella hay una historia de amor, pérdida y solidaridad.
La anécdota, que se remonta a 2012, se ha vuelto a hacer viral gracias a un hilo de Twitter de John Bull, director de la web London Reconnections, informa The Guardian.
Just before Christmas 2012, staff at Embankment Tube station were approached by a woman who was very upset.She kept asking them where the voice had gone. They weren't sure what she meant. The Voice?The voice, she said. The man who says 'Mind the Gap'
— John Bull (@garius) December 11, 2019Aquella airada mujer era la viuda de Oswald Laurence, un actor fallecido en 2007 que había prestado su voz para la icónica frase 40 años atrás. Sin embargo, el sistema de megafonía había ido actualizándose hasta que, en 2012, la voz de Oswald solo podía escucharse en un tramo de Embankment. Por eso, Margaret McCollum se sentaba a escuchar lo que para miles de londinenses es un sonido asociado con la rutina diaria, y para ella un importante recuerdo de su marido.
El personal del metro, conmovido por la historia, se comprometió a proporcionar a Margaret una copia de la antigua grabación. "Margaret sabía que era poco probable, aunque lo agradeció", cuenta Bull. Sin embargo, el 31 de diciembre de 2012, de acuerdo con esta versión, cuando Margaret se sentó en la estación de Embankment de camino al trabajo, escuchó de nuevo una voz familiar. "Mind the Gap", volvió a decir su querido Oswald.
En un tiempo récord, los empleados del metro habían realizado todos los trámites posibles para que Oswald volviera a estar presente, al menos en la Northen Line de la estación de Embankment, donde continúa escuchándose su característica voz. La historia de Oswald y Margaret, que llegó a inspirar un corto en 2015, resurge cada año en los medios de comunicación y redes sociales, y se ha convertido en una de las favoritas de los londinenses para hacer aflorar el espíritu navideño.