Francia celebró este domingo la primera vuelta de unas elecciones municipales marcadas por la mayor abstención de la historia a causa del avance del coronavirus, que pone en jaque la celebración de la segunda vuelta dentro de una semana.
Apenas ocho horas después de que el Gobierno ordenara el cierre de todo establecimiento público "no indispensable", abrieron 70.000 mesas electorales para acoger a los más de 47 millones de censados, una paradoja que se tradujo en un desplome de la participación.
Menos de la mitad de los franceses (en torno al 45 % según las estimaciones) acudió a las urnas, lo que a ojos de los responsables políticos resta legitimidad al resultado, mientras la epidemia avanza a zancadas y registra ya 5.423 contagios, 400 de ellos graves, y 127 víctimas mortales.