Están a punto de cumplirse ocho meses desde el inicio de la ofensiva israelí contra la Franja de Gaza. El planeta entero observa imágenes de matanzas continuadas de civiles, casi en tiempo real, perpetradas por un ejército que cuenta con armamento estadounidense y europeo, y por un país al que tanto la Unión Europea como Washington siguen considerando aliado y amigo.
Las líneas rojas se han difuminado, hasta tal punto que el Gobierno de Biden ha llegado a falsificar un informe para absolver a Israel de su responsabilidad en el bloqueo de ayuda humanitaria hacia Gaza, haciendo caso omiso de las advertencias de sus propios consejeros.