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Alquileres para ricos, juventud sin futuro y la luz por las nubes: en qué se parece la España de hoy a la de 'Historia de una escalera'
Este opresivo ambiente respira en Historia de una escalera, la obra maestra de Antonio Buero Vallejo escrita hace 75 años. Pero la trama interpela de forma asombrosa a la España de hoy. Helena Pimenta, directora del montaje que puede verse en el madrileño Teatro Español hasta el 30 de marzo, destaca la universalidad y la vigencia de esta pieza de Buero que abarca medio siglo XX. “La obra contiene gran parte de nuestra memoria”, afirma.

“Historia de una escalera está llena de temas universales más allá de la época y de un país bajo una dictadura en el que fue escrita”, indica la dramaturga. “Nos habla de la vida y la muerte, del amor y de la libertad, de la pugna entre lo individual y lo colectivo. De algún modo te lleva a valorar lo que hemos avanzado en algunas cosas, como la lucha de las mujeres por la igualdad, pero a la vez se compromete con los problemas de nuestro presente y nuestro futuro. Buero es, sin duda alguna, un clásico que juega con el tiempo hacia atrás y hacia delante”, añade.

Escrita, pues, en la posguerra y dividida en tres partes que abarcan desde 1919 hasta 1949, la obra recorre tres generaciones en un hábil despliegue escénico en torno a una escalera por la que desfilan cerca de una veintena de personajes de clase media-baja. Distinguida con el premio Lope de Vega en 1949, obtuvo en su día un gran triunfo de crítica y de público, pese a la ideología progresista de su autor que tuvo que sortear a la censura franquista con frecuencia.

La escalera como metáfora

Antonio Buero Vallejo (Guadalajara, 1916 - Madrid, 2000), pintor y dramaturgo, un referente del teatro realista, supo de las tragedias de España desde bien joven. Hijo de militar, su padre fue fusilado por los republicanos y, no obstante, él combatió con la República. Condenado a muerte tras la Guerra Civil, su pena fue conmutada por 30 años de cárcel si bien solo cumplió seis en los que trabó amistad con el poeta Miguel Hernández, al que dedicó un retrato que más tarde se hizo muy popular.

El escritor Antonio Buero Vallejo (en el centro) junto con las actrices que representaron El escritor Antonio Buero Vallejo (en el centro) junto con las actrices que representaron 'Historia de una escalera' en 1949: Asunción Sancho (i) y Elena Salvador (d)

Militante entonces del Partido Comunista, Buero se entregó en cuerpo y alma a la literatura y al teatro y comenzó a destacar ya con su primera obra, En la ardiente oscuridad, una parábola social sobre la ceguera. “Al margen de sus magníficas innovaciones artísticas y estéticas, Buero escribió obras muy corales, como Historia de una escalera, algo poco habitual en la época. En su teatro de temática social e histórica (El tragaluz, El concierto de san Ovidio, La fundación, Un soñador para un pueblo…) enfoca su mirada hacia los humildes como grupo. De hecho, en esta obra no aparece ningún protagonista porque en realidad la propia escalera es la verdadera protagonista, como una metáfora social y como un ingenioso artefacto teatral”, explica Pimenta.

Buero Vallejo argumentó de esta manera su filosofía de las obras que escribió: “Cualquier teatro, aunque sea histórico, debe ser ante todo actual. La historia misma de nada nos servirá si no fuese un conocimiento por y para la actualidad, y por eso se reescribe constantemente. El teatro histórico es valioso en la medida en que ilumina el tiempo presente (…)”. Menos representado en las últimas décadas de lo que su calidad y trascendencia merecerían, este regreso de Buero por la puerta grande del Teatro Español en un ambicioso montaje significa, de algún modo, saldar una deuda con el autor.

Premiado en su vejez y ya en democracia con el premio Cervantes y con el Nacional de las Letras, entre otros muchos, algunos historiadores opinan que todavía no se ha hecho justicia con el dramaturgo. César Oliva, catedrático de Teoría e Historia del Teatro, director y gestor cultural, manifiesta su queja por el olvido al que se ha condenado a la generación realista. “Por ello”, explica Oliva, “resulta muy de agradecer que Eduardo Vasco, director del Teatro Español, haya encargado este montaje de Historia de una escalera a Helena Pimenta. Por supuesto que la obra mantiene una actualidad total. Bastaría con recordar que la vivienda se sitúa hoy como uno de los principales problemas de este país”.

'Historia de una escalera' representada en el Teatro Español

Hay otros autores de la generación de Buero, como Lauro Olmo con La camisa, una “pieza magistral” sobre la inmigración, según valora el experto, u otros como Martín Recuerda o José María Rodríguez Méndez también están “esperando” para ser representados de nuevo. “A diferencia de otros géneros, el teatro necesita del contacto con el público y no solo de la lectura”, dice. Estas reflexiones le sirven a este catedrático para añadir que tampoco se valora hoy el papel que jugó el teatro independiente en la renovación del sector en las primeras décadas de la democracia.

El fracaso del ascensor social

Un rasgo importante que justifica la vigencia de la obra radica en el fracaso del ascensor social de tal manera que los personajes de Historia de una escalera no consiguen escapar de ese destino de gentes de clase media y trabajadora. Son familias obligadas a vivir juntas en una miseria económica y también moral, lo que retrata tanto a aquellas épocas anteriores y posteriores a la Guerra Civil como a la situación de hoy en día, marcada por la precariedad y el aumento de las diferencias entre clases sociales.

“Son muy reveladores algunos diálogos entre personajes donde mientras unos apuestan por la lucha colectiva para cambiar las cosas, otros se empeñan en salir adelante solos. Al fondo, una minoría privilegiada impide que prospere la mayoría de la sociedad”, subraya Helena Pimenta.

Profesora de instituto antes de dedicarse por completo al teatro, donde ejerce como directora y como dramaturga, Helena Pimenta está convencida de que Historia de una escalera engancha a los espectadores más jóvenes. Por ello, su montaje arranca y acaba con un actor que encarna a un adolescente de hoy mientras lee a Buero Vallejo. “Quería contextualizar la historia en el presente para volver la vista atrás y al mismo tiempo apuntar al futuro”, dice la directora.

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