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Almacén, establo, especulación inmobiliaria y un fondo de inversión: cómo una ermita de La Rioja ha vencido a sus enemigos
Pero nadie de los presentes llegó a verla en vida, en uso y con culto religioso. Simplemente, se trataba de un pequeño templo que recortaba en el cielo su poderosa espadaña, en medio de un inmenso campo donde se cultivaban patatas, cereales o colza. Lo que sí recuerdan los mayores es el cambio introducido por la mecanización en los años setenta: los tractores venían a cumplir el anhelo del agricultor de extender el arado hasta el último centímetro cuadrado practicable, de manera que la ermita acabaría completamente acosada por la plantación. A lo largo del siglo XX, había desempeñado ya las más diversas funciones (indignas todas ellas de una construcción medieval de estas características): de almacén de aperos de labranza a establo para el ganado.

La situación empeoró para la minúscula ermita cuando las buenas expectativas del terreno que pisaba entraron en los planes especulativos de una constructora. En los años noventa, con el aire a favor del incipiente “ladrillazo”, los propietarios vendieron el terreno al sur de Casalarreina para levantar 200 chalés, potencial segunda residencia de los vecinos del norte (Bilbao, en particular) en busca de un lugar agradable de clima seco, que multiplica por ocho su población durante la temporada alta. Pero en 2008 explotó la célebre (y desafortunada) burbuja: la empresa cayó en el pozo del concurso de acreedores y sus felices planes saltaron por los aires. Los bancos y el capital americano se presentaron al rescate del terreno, con la ermita moribunda. Todavía no saben exactamente cómo, el Ayuntamiento de Casalarreina aprovechó el cúmulo de circunstancias desfavorables para hacerse con la propiedad del edificio, rescatarlo de la ruina y devolvérselo (no se sabe ni cuánto tiempo después) a sus vecinos. Aunque, si sorprendente es la historia resumida, es en los detalles donde radica el encanto de la operación de salvamento de la ermita riojana de San Román de Ajuarte.

Quien mejor conoce los dos extremos —historia y detalles— es el artífice de la recuperación del edificio. “Desde niño, Ajuarte se identificaba siempre con ese sitio, aunque ni nuestra generación ni la de mis padres llegaron a conocer el espacio sacralizado, únicamente en completo abandono, al servicio de los propietarios”. Félix Caperos, alcalde de Casalarreina, hace hincapié en el componente emocional de una operación de rescate inimaginable hasta hace unos pocos años. De hecho, San Román de Ajuarte estaba abocada a su destrucción, esquilmada por las tareas agroganaderas. “La ermita siempre había estado en propiedad privada: la utilizaron de granero y de cuadra, y se fue deteriorando; cuando se encontraba prácticamente en ruina le colocaron una cubierta de uralita para resguardar el interior, que se transformó en establo, con un abrevadero para los animales”, detalla el regidor.

Poblaciones desaparecidas

“Hay ermitas que se asocian a la aparición de una virgen y otras que son antiguas iglesias de núcleos de población que han desaparecido, como es el caso de Ajuarte, un pueblo diferente a Casalarreina que tuvo su apogeo y que desapareció, como otros, en el siglo XIV o incluso antes”. Los datos los aporta Javier Larreina, escenógrafo y miembro de la asociación Rioja Románica, un colectivo nacido hace catorce años que ha impulsado el interés y el conocimiento del románico rural de La Rioja Alta, donde se concentran los testimonios más interesantes de la comunidad. “Ajuarte es muy interesante porque ha estado en manos privadas durante mucho tiempo y, hasta que la ha comprado el Ayuntamiento, ni siquiera te podías acercar, tenías que hacer fotos desde una valla”, analiza, acerca del bien, cuya principal referencia documental se encuentra en el Archivo catedralicio de Santo Domingo de la Calzada.

La ermita de San Román de Ajuarte, tras el vallado de la antigua propiedad privada La ermita de San Román de Ajuarte, tras el vallado de la antigua propiedad privada

Rescatar el templo de manos privadas y devolverlo al interés público fue, precisamente, lo que movió a Félix Caperos a impulsar la compra. Pero no fue sencillo. “Cuando quebró la empresa constructora, que no llegó a poner un solo ladrillo, los bienes quedaron embargados y los bancos se hicieron cargo; parece ser que, a través del llamado banco malo, pasaron a un fondo de inversión, con mayoría de capital americano”, informa el alcalde de Casalarreina. Fue entonces cuando la ermita salió a la venta, dentro de una parcela de casi hectárea y media (13.238 metros cuadrados), por la cantidad de 70.000 euros. De salida, se abría una oportunidad, una nada despreciable. “Decidimos achuchar al nuevo propietario (el fondo de inversión) enviando un requerimiento exigiéndole el arreglo de la ermita, dado que habíamos apreciado su visible deterioro”, apunta Caperos, quien continúa: “Después de un tiempo, nos presentaron un proyecto de restauración cuya ejecución era costosa; nosotros seguimos achuchando y, cuando nos enteramos de que la habían puesto a la venta, sin siquiera informarnos, nos planteamos, casi como un sueño emocional, la opción de poder comprarla”.

Interior de la ermita de San Román de Ajuarte, con el arco triunfal apuntalado Interior de la ermita de San Román de Ajuarte, con el arco triunfal apuntalado

La opción parecía sencilla, aunque solo en principio. “Fue una odisea contactar con esta gente; a través de la inmobiliaria les hicimos una oferta a la baja, en torno a 40.000 euros: nos dijeron que no, pero al poco tiempo, accedieron”, relata el regidor. La noticia, publicada en la web del Ayuntamiento de Casalarreina, desató la alegría en este municipio de 1.100 habitantes censados. Aquello tuvo lugar en abril de 2023. Desde entonces, la localidad se ha volcado en la reparación, comenzando por las cubiertas y los cimientos, pasando por la limpieza del interior, donde hallaron nuevos muros y compartimentos que explicaban el uso ganadero y agrícola al que se había sometido durante décadas.

La decepción del MITECO

A través de una ayuda del Gobierno de La Rioja (70.000 euros), pudieron acometer los primeros trabajos. Pero no hay alegría sin algún tipo de revés. “Pedimos una subvención al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y en diciembre comunicaron que nos la denegaban; estamos muy disgustados”, confiesa Félix Caperos, inmerso actualmente en el trámite de recurrir la resolución. En todo caso, Casalarreina ha conseguido ya consolidar el templo (libre al fin del acoso de los campos de cultivo) con una nueva cimentación y la construcción de una escollera, se ha vaciado el interior de “elementos postizos” y ahora, en cooperación con los técnicos de Patrimonio de La Rioja, abordan la reparación de la cubierta oeste, elevándola para respetar el arco triunfal, que en las imágenes publicadas en redes sociales por el Ayuntamiento aparece vistosamente arriostrado, es decir, reforzado por un armazón de madera para prevenir posibles daños.

Detalle de la espadaña del templo riojano Detalle de la espadaña del templo riojano

“La ermita de Ajuarte tiene una cabecera rectangular, algo un poco excepcional en la zona, y una gran espadaña, poderosa, potente, que en estos templos se colocaba sobre el arco triunfal”, describe Javier Larreina. Asimismo, se han detectado pinturas originales bajo una capa blanca, que “pueden tener muchísimo interés”, añade el escenógrafo. Con la recuperación, San Román de Ajuarte se suma a la decena de ermitas que existen en La Rioja Alta, donde también se encuentran templos de notable interés, como los de Sorejana o Cuzcurrita del Río Tirón. Para Casalarreina, la iniciativa supone abarcar un marco temporal más amplio desde el punto de vista patrimonial: se abre con el edificio de San Román de Ajuarte (siglo XII) y se cierra con el monasterio gótico de Nuestra Señora de la Piedad y una serie de palacios de la misma época (siglo XVI), que conforman un conjunto histórico-artístico protegido. “Este nuevo recurso ayudará a generar más actividad económica en un pueblo con catorce bares y algunos restaurantes de máximo nivel”, sostiene el alcalde, Félix Caperos.

Tareas de recuperación en la cubierta de la ermita de San Román de Ajuarte Tareas de recuperación en la cubierta de la ermita de San Román de Ajuarte

“Hemos notado que, en estos años, desde que la asociación se puso en marcha, hemos servido de acicate para que otros pueblos sean conscientes de su patrimonio y restauren elementos singulares de la zona, como las pilas bautismales, o las pinturas, ya de estilo gótico, de Castilseco”, opina Javier Larreina. La ermita de San Román de Ajuarte se suma, de esta forma, al patrimonio de La Rioja Alta, que está despegando en conciencia y en interés. De hecho, la asociación Rioja Románica ha consolidado e incrementado su actividad divulgativa en forma de visitas por diferentes recursos medievales (comenzaron con 13 localidades y, actualmente, son medio centenar las que se han adherido) y prepara la ampliación de sus instalaciones en la localidad de Treviana, donde se encuentra una capilla románica cuya recuperación fue la semilla del colectivo, impulsado por el catedrático fallecido Ricardo Miralles. En cuanto a Ajuarte, mientras se materializa el proyecto de crear una zona de recreo donde se pueda visitar el interior de la ermita —unida ya al centro urbano mediante un carril bici—, los vecinos cuentan los días para celebrar, este mismo año, la primera visita a su nuevo (viejo) vecino.

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