Instrumentos retenidos en la frontera. Papeleo extra para vender una chapa. Más gastos en contables. Visados que no permiten improvisar. Conciertos, clases, audiciones, festivales cancelados. Giras europeas al alcance sólo de los más pudientes. Y un mundo cada vez más pequeño. Así es la vida después del Brexit para intérpretes, compositores, profesores de música, técnicos de sonido, DJs y productores de música británicos.
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