La maleza y los insectos, considerados tradicionalmente como plagas, se han convertido en aliados indispensables de los productores frutícolas de Uruguay, que ven en las abejas, mariposas y plantas silvestres un reservorio de biodiversidad enriquecedor para los cultivos y el ecosistema.
Un vistazo a los senderos que se abren entre las hileras de perales y manzanales de hojas verdes alcanza para darse cuenta que algo está cambiando en los campos de la localidad uruguaya de Progreso, en el departamento de Canelones (sureste), donde sorprende que el suelo usualmente desnudo está ahora salpicado de hierba y pequeñas flores.
A lo que la camioneta del recorrido llega a los campos donde crecen las frutas de la empresa familiar Pigato, el jefe de negocios responsables y sustentables de la multinacional Syngenta, Guillermo Delgado, señala la importancia de este cambio: "Antes se sacaba todo, ahora lo están dejando".
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