El canciller alemán, Olaf Scholz, imaginaba a las puertas de la pasada primavera que su país tenía por delante un futuro brillante. A pesar de que el pasado invierno fue especialmente duro debido a la incertidumbre generada por el corte del grifo del gas natural ruso del que se había hecho muy dependiente Alemania. El Gobierno alemán llegó a poner 200.000 milllones de euros para salvar la economía del país ante las subidas de los precios energéticos que ha sufrido Alemania como consecuencia de la necesidad de adquirir gas más caro de otros proveedores.