Javier está empleado en una gran tecnológica del Ibex 35, donde trabajaba como ejecutivo de cuentas. Cada mañana, se despertaba con el teléfono lleno de notificaciones. Las noches eran cortas, porque esa hiperconexión le perseguía hasta altas horas. Un viernes, que podría haber sido cualquier otro día, la jornada arrancó especialmente mal. “Todo era un horror y empecé a tirar cosas contra las paredes. Tuve la pequeña lucidez de ir a mi médica y, aunque mi idea era que me diera medicación para seguir trabajando, ella me impidió salir de la consulta y me dio la baja”, recuerda.
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