Desolación y muerte. Son palabras que suelen abundar en las crónicas de guerras, terremotos y tsunamis. Pero ¿cómo usar esos términos en el trazado de los rastros que deja una pandemia? Esta vez, sin embargo, describen en forma precisa el escenario creado en Brasil por la COVID-19. Con los 3.158 fallecimientos en las últimas 24 horas, el país roza las 300.000 muertes y ha llegado al primer puesto de un ranking mundial nada deseable: ha desplazado a Estados Unidos en el registro de la mayor cantidad de personas muertas por día.