El Gobierno ha aprobado este martes sus primeros tributos: las popularmente conocidas como 'tasa Google' y 'tasa Tobin'. Pese a estos nombres, no se trata de tasas (que se cobran como contraprestación directa y determinada de un servicio que recibe el ciudadano, por ejemplo la recogida de basuras) sino de impuestos (donde no hay una contraprestación específica por el pago). Calculan que con ellos se recaudarán 1.818 millones anuales, tras rebajar las expectativas del primero un 19%, hasta 968 millones. Probablemente el hecho de que en inglés impuesto sea “tax” contribuya también a este uso.
El asunto de la nomenclatura no es baladí, y mientras el Ejecutivo usa sin problema el término 'tasa Tobin' (en referencia a la tradicional reivindicación de la izquierda sobre la propuesta del economista estadounidense James Tobin de un impuesto a las transacciones financieras), no ocurre lo mismo con la 'tasa Google', en el contexto de las amenazas estadounidenses por perjudicar supuestamente a sus empresas.
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