Primero fue la pandemia, después los atascos en las cadenas de suministro. Más tarde llegó la invasión rusa de Ucrania, la espiral de inflación en que derivó, el paro patronal de los transportistas y, ahora, la sequía. Con el IPC (Índice de Precios de Consumo) de la cesta de la compra por encima del 16%, el Gobierno de coalición mantiene la proyección de que los precios de los alimentos van a bajar, aunque aún no se sabe cuándo. En parte, porque ahora se constata que la falta de lluvias puede dejar al mínimo las cosechas y tensionar más la oferta.
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