La campaña electoral ha comenzado, y lo ha hecho con un debate bronco entre Pedro Sánchez y Feijóo, lleno de datos falsos, ataques a la yugular y bajadas al barro (mención a Miguel Ángel Blanco incluida). La sensación, cuando acabó el debate, era desoladora. La izquierda suele jugárselo todo a la movilización de un electorado que se siente decepcionado, que desde hace tiempo se queda en casa en vez de acudir a las urnas. Votantes que en las encuestas del CIS reconocen que creen que van a perder.
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