Los 90 fueron de Meg Ryan. Era la estrella que todas las producciones querían. Risueña, divertida, fresca… Era un chute de energía para un género que arrasaba: la comedia romántica. Meg Ryan aportaba un punto de descaro a esas películas que conectaba con la gente. A ella le pusieron esa etiqueta horrible de la ‘reina de Hollywood’. Pero para serlo tienes que aceptar sus normas, y entre ellas está la de no intentar salirte de lo que ellos quieren, que suele ser lo que les da dinero.