La historia la han contado los hombres. En el cine también. Por eso, durante demasiado tiempo, las madres han estado encarnadas por personajes celestiales, que se entregaban a los cuidados. Secundarios llenos de clichés que perpetuaban una imagen de la maternidad idealizada y alejada de lo que se vivía de puertas para adentro. Las madres que sufrían, que no eran perfectas, que querían gritar y escapar no tenían su hueco en la ficción, y por tanto sentían que su realidad no era compartida.