Hace no demasiado tiempo, era habitual que los quioscos y estancos tuviesen una estantería llena de novelas conocidas como 'de a duro' -por su precio, claro está-. Montones de libros que no solo se nutrían de la extensísima producción romántica de Corín Tellado y Carlos de Santander —seudónimo de Juan Lozano Rico—, también de las aventuras del oeste que escribía sin aparente esfuerzo un veterano Marcial Lafuente.
Aunque no se sabe con exactitud, se dice que llegó a escribir 2.600 novelas distintas utilizando nombres tan variopintos como Tony Spring, Dan Lewis o Dan Luce o Cecilia de Iraluce. Hoy, algunos de ellos sobreviven vendidos al peso en webs como milanuncios o librerías de viejo.
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