Hay apuestas empresariales que, como las que se hacen en el casino, pueden resultar demasiado caras. Las apuestas a las que se lanzó el gigante farmacéutico alemán Bayer para explotar el glifosato – el herbicida más utilizado en el mundo – y para producir un medicamento todavía en fase experimental llamado Asundexian, de momento, están costando mucho dinero a la firma germana. Tal vez demasiado.
La empresa está en crisis desde que tanto el glifosato como Asundexian se convirtieron en fuente de problemas para la firma con sede en Leverkusen (sureste germano) y presidida por el estadounidense Bill Anderson.
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