Al filo de la medianoche del pasado martes, el Parlamento francés aprobó el proyecto de ley sobre inmigración presentado por el Gobierno. Una ley anunciada por primera vez hace más de un año y medio, aplazada en varias ocasiones, rechazada por la Asamblea Nacional en primera instancia, que estuvo a punto de ser abandonada y que finalmente se aprobó con el apoyo de la derecha y la extrema derecha.
El voto cerró el recorrido parlamentario de uno de los textos más importantes del segundo mandato de Emmanuel Macron, pero sus consecuencias políticas no han hecho más que comenzar.
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