Permitir que las niñas y mujeres escuchen a la misma Barbie decirles que pueden llegar a ser lo que se propongan –desde médico a astronauta o presidenta del Gobierno– no está entre los planes de algunos líderes de países árabes y de mayoría musulmana que habitualmente tratan de evitar la influencia occidental y, en este caso, de la muñeca más famosa de Occidente.
La reacción frente al éxito de taquilla Barbie ha puesto una vez más en evidencia las contradicciones sociales en Oriente Medio, donde algunos Gobiernos han optado por prohibirla, mientras que otros han permitido su estreno para dar una imagen liberal y abierta de cara al exterior, y contentar a unos ciudadanos que ansían cada vez más libertad.
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