“Si enviamos un paquete pequeño a la UE, hay un gran coste extra en administración y envíos desde el distribuidor, y luego es el cliente final el que tendrá que pagar cientos de euros en impuestos cuando les lleguen los productos. Eso significa que no podríamos competir con pequeñas empresas de la Unión Europea. Teníamos que abrir en la UE, o rendirnos”, explica Lynne, propietaria de una empresa que diseña, fabrica y vende mamparas y vallas decorativas.
En octubre de 2020, cuando faltaban unos meses para el fin del periodo de transición antes de que Reino Unido se saliera del todo de la UE, Lynne vio que pasase lo que pasase, muchos negocios se verían afectados, entre ellos, el suyo.
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