6 de agosto de 1945. 8.15 de la mañana. Setsuko Thurlow tiene 13 años y está en la base militar del ejército de Japón en su ciudad, Hiroshima, donde ha sido reclutada por el Gobierno para descodificar mensajes secretos de los estadounidenses. "Así de desesperado estaba Japón", recuerda con voz suave esta mujer de 88 años en un acto celebrado el lunes pasado en Casa América, Madrid.
Era la reunión de la mañana y su supervisor, un comandante del que aún recuerda nombre y apellido, intentaba motivar a su equipo. "Haced todo lo que podáis por el emperador", decía. No había terminado sus palabras cuando Thurlow vio aquella luz cegadora.