
La calle está llena de parches. Tiene tiras y cuadrantes irregulares de distintas tonalidades de asfalto. Pasa en la calzada y en las aceras, que están todavía peor. Un día muy afortunado aparecen unas crucecitas amarillas al lado de algunos de los agujeros de varios tamaños y formas que pueblan la calzada y poco después los señalados aparecen rellenos de un gris más oscuro que crea un nuevo parche. Otros agujeros se quedan como estaban, igual que los surcos alargados en los laterales, los más dañinos para las bicicletas.

















