Los grandes fabricantes del mundo de la alimentación y el consumo llevan más de un año aprovechando la inflación para engordar sus cifras de ingresos pero, en los últimos meses, la capacidad de compra de sus clientes se ha limitado. La subida de los tipos de interés y el parón económico en buena parte de sus principales mercados les ha llevado a replantear estrategias. Un cambio de prioridades que, al contrario de lo que pueden necesitar los consumidores, no pasa por una bajada generalizada de los precios.