La primera semana de noviembre de 2016, unos días antes de las elecciones presidenciales, el director del tabloide National Enquirer, Dylan Howard, tenía prisa por abrir una pequeña caja fuerte en su sede en Nueva York. “Quiero sacar todo de la caja fuerte”, le dijo a un empleado. “Y después necesitamos traer aquí una trituradora”.
El Enquirer, fundado en 1926 y especializado en cotilleos y sobre todo desgracias de actores y protagonistas de reality shows, había entrado en campaña publicando historias sobre las supuestas enfermedades de Hillary Clinton o la relación del padre de Ted Cruz, entonces candidato republicano, con el asesinato de JFK utilizando una foto más que dudosa.