Alepo, en el noroeste de Siria, era una de las ciudades más boyantes del país antes del conflicto. Además de albergar un sitio patrimonio histórico de la Unesco, sus habitantes son conocidos por ser grandes emprendedores y comerciantes, pero la guerra que estalló hace una década hizo que muchos se marcharan.
Los pocos que se han quedado o que han regresado recientemente han visto cómo la ciudad fue arrasada en sucesivas ocasiones: primero, por la cruenta batalla entre los combatientes rebeldes y el Ejército sirio que, apoyado por Rusia, recuperó el control de la urbe en 2016 y ahora, por el terremoto que se originó en Turquía, al otro lado de la frontera, pero a tan solo unos 100 kilómetros de allí.
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