La derecha es cada vez más antisistema. Y negacionista, insumisa a la ciencia terrenal y la divina –abundan los desprecios al Papa–. Y es así, entre otras cosas, por su coqueteo, a cambio de un puñado de votos, con las narrativas de la llamada derecha alternativa, que no es más que un eufemismo en el pantone de la extrema derecha y la ultraderecha.
El presidente del PP europeo, Manfred Weber, ha hecho esta semana algo insólito en Bruselas: salir públicamente de la mano de la jefa del PP español en la Eurocámara, Dolors Montserrat, para acusar a un comisario europeo de actuar de parte del Gobierno de España por la crisis de Doñana.