Ha pasado más de un mes y Katerina Kretowich ha podido venir este miércoles junto a su madre Svitlana a recoger lo que queda de su casa en el número 20 de la calle Bogatyrska, un piso en un bloque de apartamentos en el distrito de Obolon, en el noroeste de Kiev. Un misil golpeó el 14 de marzo la fachada del bloque, reventándola. Murió un señor mayor, pero podía haber sido una matanza enorme. “Los muros se están doblando como un castillo de naipes”, comenta un obrero mientras carga en una furgoneta lo que Kretowich y su madre han conseguido salvar de la vivienda que acababan de reformar.