Que una mujer de 77 años que duerme con la peluca al lado ?sobre todo en Los Ángeles, por si hay un terremoto y hay que salir corriendo? y hace chistes sobre sus enormes pechos se convierta en un icono feminista de la última ola puede parecer improbable. También que una niña que nació en una casa sin agua corriente en la montaña de Tennessee y cuyo parto se pagó con un saco de harina se haya convertido en una de las mujeres más ricas de Estados Unidos.
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