“No llores”, “No seas una chica”, “Mariquita el último”… Todas esas frases se dicen a los niños como forma de juego. El patio del colegio se convierte en el caldo de cultivo donde se crea una masculinidad tóxica que luego provoca comportamientos machistas como adultos. Cuando un niño se sale de lo que la norma dice que debe ser un chico se le señala, se le llama gay. Los niños no se abrazan, ni se besan, ni se tocan. Si lo hacen se les mira mal.