Cuando Liv Ullmann tenía 13 años sentía que nadie la escuchaba. Fue a esa edad, cuando en una fiesta organizada por su madre leyó el cuento de La pequeña cerillera, de Hans Christian Andersen, delante de todos los invitados y sintió que todo cambiaba. La gente se quedaba embobada escuchándola narrar. Ahí descubrió que el mundo de la interpretación era su puerta para vencer su timidez. Una timidez que la ha acompañado toda su vida y toda una carrera marcada por sus películas junto a Ingmar Bergman, de quien fue también pareja sentimental; pero también por sus rechazos a directores como Brian de Palma o Alfred Hitchcock.