Con una sociedad herida, que aún no acaba de comprender el altísimo nivel de violencia suscitado en once días de protestas contra la elevación del precio de los combustibles, Ecuador atraviesa ahora un lento despertar de una de las pesadillas más impactantes de las manifestaciones: los saqueos.
A través de su historia, el país andino ha sido escenario de innumerables manifestaciones sociales, pero no tenía en sus registros ningún edificio incendiado, vehículos incinerados en plena vía, encapuchados agrediendo en las calles o gente rompiendo puertas de almacenes para saquearlos en medio de las protestas.
Los once días de protestas terminaron cuando se derogó el polémico decreto que eliminó los subsidios a los combustibles, y se saldaron con al menos seis muertes, cientos de heridos y millonarias pérdidas materiales, que asumirá la sociedad en su conjunto, al haberse afectado bienes públicos, pero también ciudadanos de a pie.
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