Elizabeth Holmes idolatra a Steve Jobs. Cuando su empresa aún no llenaba portadas de prensa, en el armario de esta joven emprendedora ya había 150 jerséis negros de cuello vuelto que le permitían no pensar demasiado en qué ponerse cada día y centrar todos sus esfuerzos en trabajar. Para mantenerse despierta comía granos de café recubiertos de chocolate; para parecer más seria y adulta en un mundillo dominado por hombres, agravaba su voz.
Holmes tenía solo 19 años cuando fundó Theranos y 20 cuando abandonó la Universidad, porque empezó ingeniería química en Standford pero nunca la terminó. Con 34, tras catorce años liderando una compañía que llegó a tener 800 empleados y a recaudar 1.400 millones de dólares de inversión, viajó hasta la madre de todas las fiestas: el festival Burning Man, en el desierto de Nevada.