Era una vista judicial online como muchas otras durante la pandemia, de no ser porque un abogado se había dejado encendido, de manera accidental, un filtro de gato en la aplicación. El magistrado se dirige a él, amablemente, para decirle que no le ve la cara. Y, después, la aclaración: "No soy un gato".
El momento ha corrido como la pólvora en las redes sociales, como un reflejo más de los contratiempos digitales provocados por el coronavirus mientras muchos trabajadores del mundo se adaptan a trabajar desde casa.