Cuando el lunes el juez Edson Fachin, ministro del Supremo Tribunal Federal (STF), aceptó un habeas corpus que había presentado en noviembre la defensa de Luiz Inácio Lula da Silva y anuló todas las decisiones judiciales previas tomadas en contra de quien fue dos veces presidente de Brasil, la noticia dio la vuelta al mundo.
Las consecuencias judiciales y las consecuencias políticas del anuncio del relator (o ministro especializado) del Lava Jato en la máxima corte constitucional brasileña guardan entre sí un vínculo necesario que, sin embargo, parece menos indisoluble y menos inmediato que el nexo ya manifiesto entre el resultado de la batalla por la interpretación de esta noticia y quién será el vencedor de las próximas presidenciales brasileñas.