Declarar un cese de pagos, acelerar un acuerdo menos ambicioso con los acreedores o "ganar tiempo" hasta que amaine la tormenta planetaria desatada por el coronavirus. Esos son los escenarios que se le presentan a Argentina sobre qué hacer con su insostenible deuda externa en tiempos de pandemia.
Hace un par de meses, cuando el COVID-19 aún no había llegado a Argentina, el Gobierno de Alberto Fernández aspiraba a una renegociación rápida de la deuda con acreedores privados por unos 69.000 millones de dólares, con el objetivo de postergar vencimientos y volver así a poner en pie la economía doméstica, en recesión desde hace dos años.
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