Brasil pretende acelerar su agenda de privatizaciones en 2020 con la venta de 300 activos por valor de 36.000 millones de dólares y ha redoblado sus esfuerzos para atraer inversores dispuestos a apostar en el país suramericano.
Siguiendo una agenda de corte liberal, el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro se ha propuesto reducir a mínimos el tamaño del Estado y espera acabar su mandato el 1 de enero de 2023 con tan solo un centenar de activos públicos, de los 695 en los que tenía participación directa o indirecta a comienzos de 2019.
Según los datos de la secretaría de Privatizaciones y Desinversiones, Brasil se deshizo el año pasado de 71 activos, con los que recaudó 105.400 millones de reales (unos 25.707,3 millones de dólares), un 25 % más de los previsto inicialmente.
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