Richard Nixon es un fantasma incómodo para todos los presidentes de EEUU, un recordatorio de que hoy puedes estar en la cima del mundo y mañana haciendo las maletas. Ninguno quiere pasar a la historia como “el segundo presidente en dimitir después de Nixon”. El presidente número 37 sufrió un impeachment y tuvo que renunciar al cargo para ahorrarse la vergüenza de ser destituido. Donald Trump haría bien en aprender algunas lecciones sobre cómo se produjo su caída para no acabar igual (o peor).
Trae más problemas tapar un crimen que el crimen en síLa noche del robo en el cuartel general de los demócratas en el Hotel Watergate, el presidente Nixon dormía plácidamente en una mansión de Bahamas, a 1.500 kilómetros, sin tener ni idea de que era el principio de su final.
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