Bolivia vive a dos velocidades. Una semana después del golpe de Estado que derrocó a Evo Morales y la toma de posesión de Jeanine Áñez como presidenta, el país vive entre los sucesos trágicos que marcan el día a día y la batalla de un futuro en las urnas. La convocatoria de unas nuevas elecciones es clave para la pacificación del país y la solución en la que los principales actores políticos parecen coincidir. Sin embargo, hasta llegar a que sean los votos los que dicten quién ha de hacerse cargo de Bolivia todavía quedan demasiados pasos y una cruenta partida de ajedrez.
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