Dicen sus correligionarios y sus más férreos defensores que Mario Draghi está en posesión de ciertas dotes redentoras. Quizás sea así, porque al ex presidente del BCE, cargo al que accedió desde la cúpula ejecutiva de Goldman Sachs, y ex primer ministro italiano de consenso en el ajetreado contexto político transalpino, se le podría adjudicar al menos cuatro decisiones liberadoras en otros tantos episodios europeos casi apocalípticos.
El de mayor enjundia fue su famoso alegato de 2012 en defensa del euro, durante la crisis de la deuda, con su valor cambiario en caída libre, mediante el que alertó que el Banco Central Europeo (BCE), que presidía, “haría todo lo posible por preservar” la unión monetaria.
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